ENFOQUE DE LAS COMPETENCIAS
L. Mertens (1996) identifica la existencia de tres grandes tendencias en el estudio de las
competencias: el análisis conductista, que no se refiere a la corriente psicológica de esa
denominación, sino al énfasis que se hace al papel de las características del individuo, o
sea, parte del estudio de las personas que desempeñan bien su trabajo, determinando las
características que posibilitan un desempeño exitoso; el enfoque funcional, que tiene un
carácter evidentemente pragmático y conductista desde el punto de vista psicológico. En
el mismo, como señala Mertens, L., (1996) “el análisis funcional describe el puesto o la
función, compuesto de elementos de competencias con criterios de evaluación que
indican niveles mínimos requeridos” y agrega:”La competencia es algo que una persona
debe hacer o debería estar en condiciones de hacer” y el análisis constructivista que
señala el carácter emergente de las competencias al tener como base el proceso de
elaboración de las mismas por parte del investigador.
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El empleo del término surge como una necesidad objetiva, de acercar el estudio, análisis
y control de la actividad laboral a los procesos reales, por lo que su principal característica
consiste en partir de los resultados, los objetivos y las funciones de la actividad a
desarrollar y pretende operar contra la subjetivización y la atomización en el análisis de la
relación hombre-proceso de trabajo. No obstante, algunos especialistas adoptan posturas
extremadamente pragmáticas y conductistas al obviar los procesos que se dan en el
hombre, como principal actor en el desarrollo de las diferentes actividades, dándole
tratamiento de caja negra, el cual resulta improcedente ya que es imposible hacer
abstracción de las cualidades humanas. Los resultados no pueden separarse de los
ejecutores y sus características, por ser la personalidad la principal manifestación de las
competencias humanas. Este enfoque, el cual se plantea está referido fundamentalmente
a la selección interna, por las potencialidades de poder emplear los resultados de las
evaluaciones del desempeño al encontrarse los candidatos evaluados dentro de la
organización lo que supuestamente hace que se pueda prescindir de las cualidades
personales, limita la proyección del concepto, al no tener en cuenta el desarrollo y las
potencialidades del sujeto por su carácter activo y transformador que participa en la
construcción, formación y desarrollo de sus propias competencias.
Esta clasificación tiene fundamentalmente una diferenciación de carácter epistemológica y
metodológica, en el proceso de cómo se construyen las competencias. Se puede agregar
además a esta clasificación de L. Mertens que en el caso del enfoque que el denomina
conductista, este debe ser denominada psicológico y que dentro del mismo no existe una
sola tendencia, sino que se pueden identificar: una con un enfoque marcadamente
cognitivista ya que algunos autores enfocan las competencias sólo a esta esfera
(conocimientos, habilidades y destrezas), soslayando el importante papel de los
elementos afectivos y las aparentemente holísticas ya que se habla de los elementos
(conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes) lo que refleja una imagen de
fragmentación, opuesta al carácter holístico que caracteriza a este término ya que no se
refleja la cualidad sistémica como aspecto esencial que caracteriza un sistema.
Zayas, P., (2002) hace la clasificación de los enfoques de las competencias en cuatro
grandes tendencias: la funcionalista, la tendencia conductista la denomina psicológica y
dentro estas hay dos tendencias, constructivista y el enfoque holístico.
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Fig 9 Enfoques de las competencias (Zayas, P., 2002)
La ciencia psicológica tributa al enriquecimiento de esta categoría partiendo del análisis
sistémico de la personalidad, con un enfoque configuracional en el que se integran los
aspectos estructurales y funcionales, lo que junto con la teoría de la actividad nos sirven
de base a la concepción de competencias que formulamos en el presente trabajo. Estos
cambios en la concepción psicológica del hombre, y hoy día ya no se buscan los
requerimientos de éxito en cualidades aisladas, sino que aparecen los términos áreas
clave de resultados y competencias. Al respecto Cowling, A. y James, P. (1997) plantean:
“Las competencias abarcan motivos, rasgos, conceptos de sí mismo, conocimientos y
capacidades cognoscitivas y conductuales”. O sea, que las competencias constituyen una
categoría que expresa los requerimientos humanos valorados en la relación hombretrabajo.
Nuestra concepción de las competencias se vincula al concepto de actividad en su
sentido amplio y el término competencias en la acepción dialéctica que formulamos es la
expresión del aspecto psicológico de la actividad.
Al analizar las definiciones de competencias existentes, muchas reflejan necesariamente
la integración de un conjunto de cualidades humanas aunque no las integran en la
cualidad sistémica que debe diferenciar el enfoque por competencias de los enfoques
tradicionales.
En el enfoque sistémico de la interrelación hombre trabajo con un enfoque holístico
configuracional no sólo existe la integración de lo cognitivo y lo afectivo, sino que la
concepción de complejidad de las competencias debe reflejar las propiedades básicas de
la actividad al integrar en un todo las características del trabajo y las del hombre en un
todo, destacando el carácter activo y transformador del sujeto. Otro de los aportes de
orden teórico en el presente trabajo es la formulación de una concepción compleja sobre
la base del enfoque histórico cultural sobre las competencias. En este sentido definimos
ENFOQUES SOBRE LAS COMPETENCIAS
FUNCIONALISTA PSICOLÓGICAS CONSTRUCTIVISTA HOLÍSTICO
TRADICIONAL COGNITIVISTA
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las competencias como un producto de la actividad en la interrelación hombre trabajo en
la que juega un papel determinante la formación, a partir de la cual se desarrollan
configuraciones en las que se produce la integración de los objetivos, los resultados
esperados, las características de la actividad y los valores organizacionales en relación
con los requisitos cognitivos, afectivos, físicos y sociales integrados que son necesarios
para desempeñar con éxito determinadas funciones.
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