EVOLUCIÓN DEL LIDERAZGO
La evolución del liderazgo
Sobre líder y liderazgo se enumeran cada cierto tiempo numerosas teorías. Entre las más recurrentes, se encuentra que la palabra líder se asocia directamente con las personas que pueden influir o asumir la capacidad de decisión de las otras. Y, lamentablemente, esta definición engañosa suele hacer que la gente se aleje del liderazgo real que intentan alcanzar sobre otras entidades o personas.
El liderazgo real no es una capacidad de influencia que se logre sobre otros grupos o individuos. El liderazgo real es un conjunto de actitudes, conocimientos y capacidades que hacen al líder tan distinto del resto que inspira a quienes están alrededor a seguirle tanto a él como a sus palabras y ejemplo.
Como corolario tenemos que el peor error del liderazgo es creer que a un líder se le debe seguir por temor o por posicionamiento. El liderazgo real es simplemente el resultado de una admiración.
Tratando de entender verdaderamente el liderazgo
El liderazgo no ha sido siempre igual. Ha tenido una evolución en la historia. En el principio de la historia, vivíamos una época excesivamente violenta donde la lucha de los hombres era —a diario— por el derecho a comer. Además de esto, teníamos una necesidad muy primaria de seguridad. No solo animales hambrientos podían venir a devorarnos sino que también debíamos preocuparnos de otros hombres que, al no haber podido cubrir su ración de alimento del día, buscaban mediante el robo y el ataque un modo de obtener los recursos que necesitaban para poder satisfacer sus necesidades y la de los suyos.
Para cubrir estas necesidades, los primeros hombres tenían solamente dos posibilidades: O bien cada uno de ellos escogía aprender a satisfacer ambas necesidades individualmente; o bien, confiando los unos en los otros, asumía cada uno de ellos una parte de esta responsabilidad y coordinaban sus esfuerzos para que todos pudieran estar satisfechos. Por entonces, los hombres encontraron que era más seguro para todos optar por la segunda forma y así lo hicieron. Pero esto originaba otras necesidades y es así donde la figura de un líder apareció.
La principal de las necesidades de las que hablo es la capacidad de organizar los esfuerzos de todos e ir tomando decisiones. Todos sabían que una coordinación errada podía echar todo a perder, incluso sus vidas, y es por esto que los hombres eligieron como primeros líderes a quienes podían garantizar el mayor cumplimiento de las necesidades de los demás. Y en algunas culturas fueron los hombres más fuertes, y en otras, fueron los más sabios o ancianos.
Si tienes en cuenta que todas las personas somos diferentes y que cada uno de nosotros crece con diferentes rasgos, capacidades y hasta cuerpos; entenderás que esta necesidad primaria necesitaba de gran valor, astucia e incluso un poco de sangre fría. A pesar de ser el hombre una de las criaturas físicamente más débiles sobre la tierra, los objetivos a alcanzar tenían que ver directamente con la supervivencia de la especie y no podían tomarse a la ligera ni siquiera en las peores circunstancias.
El siguiente paso en la evolución del liderazgo
Muchos siglos después, la especialización de los hombres y el avance de la tecnología permitieron que todos veamos estas dos primeras necesidades generalmente satisfechas. Es decir, todas las culturas sabían cultivar, cazar, pescar, construir, comunicar sus pensamientos consistentemente una a la otra mediante un sistema de comunicación y, entre muchas otras cosas, sabían producir y utilizar armas. Se había llegado a un punto de equilibrio en el que la lucha ya no era entre comer y no comer. Habían otras prioridades, y, al mismo tiempo, había la amenaza latente de tener que estar listos permanentemente para pelear. La amenaza ya no eran las bestias de los campos. La amenaza era la ambición, el honor o necesidad apremiante de alguna otra sociedad.
Si lo piensas dos veces, la responsabilidad de los líderes tampoco era ya sobre un grupo de personas. Un líder debía estar listo para paliar las necesidades de millares de personas.
Como por entonces ya existían los mercados, los hombres concluyeron que la mejor manera de asegurarse la capacidad de defensa ante una necesidad o agresión era el poseer suficientes riquezas para poder comprar alimento o armamento cuando fuera necesario. El papel de la ciencia fue preponderante en esta época, también. Las diferencias en tecnología podían hacer que rápidamente un país o reino quedara a la merced del otro. El liderazgo necesario ya no era un liderazgo de fuerza. Por entonces era un liderazgo de astucia. Quien pudiera acumular mayor riqueza para cubrir con todas las necesidades de su pueblo en cualquier momento dado tendría paz. Quien no pudiera, iba a tener muchos problemas: no solo por sus amenazas externas sino también por las manifestaciones de protesta de su propio pueblo, el que nunca iba a dejar de exigir.
Y el mercantilismo marcó la diferencia entre países ricos y países pobres. Y aun hoy vemos las consecuencias de esta diferencia de poderes en la tierra.
El tercer momento del liderazgo
El tercer momento grande del liderazgo es este tiempo. Las sociedades en el mundo se han unificado gracias a la tecnología. Y el conocimiento que antes marcó las grandes diferencias y antes era tan esquivo, ahora se encuentra a disposición de todos y cualquiera. La consecuencia de esto es más o menos conocida: Tú y yo podemos ahora adquirir lo que necesitamos en cualquier lugar y al precio que mejor nos plazca. Pero, irónicamente, esto ha causado en los habitantes de la tierra una gran tensión: Si todos pueden comprar lo que yo produzco de donde sea, ¿qué pasa si nadie decide comprarme a mí? La respuesta es simple: moriría de hambre.
Multiplica esto por siete mil millones de personas y tendrás una muy buena idea de porqué en el mundo hay tanto estrés.
Qué líderes se necesitan
Desde un punto de vista económico, lo que se requiere estos días es un líder que sea capaz de atraer más ventas para su organización. Esto hará que la misma no quiebre y pueda seguir proveyendo a los suyos de lo necesario para su subsistencia. El lado negativo de esto es que las organizaciones están cada vez más dispuestas a hacer "lo que sea" para alcanzar las ventas que necesitan obtener para cubrir todo lo que tienen que cubrir. Y, como consecuencia, la brecha entre los que tienen y los que no tienen se está tornando cada vez más desagradable.
Desde un punto de vista más humano, necesitamos un líder distinto. Hoy por hoy, este espíritu de hacer "lo que sea" para conseguir lo que necesitamos está calando en otros aspectos de nuestra sociedad y está filtrándose en la forma en que las personas están viviendo sus propias vidas. En otras palabras, hoy todos están haciendo "lo que sea" para poder satisfacer sus necesidades individuales; y si esto se descontrola, podría ocasionar problemas muy serios en las sociedades del futuro.
El líder que hoy se necesita es un líder integral. Uno que esté en capacidad de producir lo que necesita el grupo de gente que le rodea y que sea suficientemente sabio para distribuir lo que obtenga de tal manera que cada uno de sus seguidores se sienta inspirado a hacer lo mismo con los suyos. En otras palabras, se necesita un líder suficientemente creativo para destacar a su organización de las demás y que al mismo tiempo sea suficientemente justo para lograr que cada persona obtenga de su trabajo lo que prudentemente necesita. Además de esto, sin embargo, es imperativo que este nuevo líder tenga una capacidad adicional: Estamos viviendo un momento en la historia en que la gente se está acostumbrando a hacer "lo que sea" por obtener lo que necesita. El nuevo líder necesita saber dar confianza a los miembros de su grupo, hacerles entender que no es necesario hacer "lo que sea" nunca más; que un trabajo coherente y sincero dará —en el corto, mediano y largo plazo— mejores resultados.
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